Monday 22 May 2017

Un viaje




Este fin de semana, he estado con algunos de mis compañeros de Bellas Artes en un pueblo precioso llamado Villarroya de los Pinares. Fuimos allí como invitados de unas jornadas de intervención artística que organizan nuestra profesora y la comarca del Maestrazgo.
Llevábamos preparando nuestras obras y todo lo demás casi desde el principio del curso, y una vez en harina, todo ha pasado tan rápido que ahora parece solo un sueño. Pero de lo que voy a hablar hoy no es de eso: de nuestras obras, del montaje o de la exposición. Nope.

En fin, ¿me acompañas?


La mañana del sábado, fui la primera en abrir la puerta de la fonda en la que dormíamos y salir a dar una vuelta por ahí. Las noches por esa zona son bastante frías, incluso en verano, y de las calles empedradas y de la hierba salía tanta humedad que acabé con las zapatillas empapadas.


Creo que nosotros, en esta visita, hemos sido un poco como esas zapatillas. Todo el pueblo se ha volcado con nosotros, y al final, así lo siento yo, la obra más grande que se ha hecho este fin de semana ni ha sido material, ni tiene la firma de nadie.
Creo que eso es de lo que debe hablarse, aun si no se sabe cómo.


De lo que sí que sé hablar... es de las conversaciones nocturnas, las risas, las pizzas caseras y la tarta de queso.


De los caminos y calles que llevan a ninguna parte, que dan vueltas, revueltas, que te llevan al sitio del que has partido, que te llevan a otro que nunca hubieras imaginado.


De las fotos a las cosas olvidadas.


De sentarse estratégicamente en la esquina de la mesa sobre la que caen los rayos del amanecer.


Del buscar donde todos buscan.


Y donde nadie lo hace.


Del aprender cien mil nombres propios y tener que volverlos a preguntar cien mil veces.


Del construir, del unir, del habitar.


Del lavar, del tender, del airear.


Del escuchar.


Del oler.


Del tocar.


Del beber.


Del ver.


Del decir adiós.

Todas esas son cosas que deben hacerse.
Y pienso que podría pegarme toda la vida así, viajando de pueblo en pueblo haciendo lo que debe hacerse...
En fin, ahora, todos nosotros tenemos un nuevo hogar adoptivo. Quizá no regresemos a él nunca, pero no sería grave... en cierto modo, ya nos quedamos allí para siempre.

Nos vemos en la siguiente entrada ;)



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